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La ética del IRPH

Son muchas las noticias sobre el IRPH en los medios en los últimos días. Varios medios (El Periódico, Cinco Días, ABC, El Mundo, etc.) han venido a contar lo que es el IRPH y cómo este índice de referencia de préstamos hipotecarios martillea mensualmente las economías familiares. No haré introducción, solo hay que poner IRPH en google y se amontona la información útil al respecto.

Voy a explicar mi particular punto de vista, desde dentro del escenario, porque soy una de esas 1,3 millones de familias que sufrimos la tortura de esta suerte de impuesto revolucionario que siguen cobrando los bancos.

Allá por el año 2005, en qué maldito momento, me decidí a la compra de un inmueble. Uno pequeñito, con una habitación, sin balcón. Como los pisos estaban por las nubes, tuve que conformarme con un bajo. Era a lo más que llegaba con mis recursos.

A la hora de negociar la hipoteca, 2 opciones. Euribor +1% o IRPH sin diferencial. El director de la sucursal, Don Pepito, “amigo” de toda la vida, apoyándose en esa confianza mutua nos introdujo el recelo sobre el Euribor, mucho más volátil y con un mayor riesgo para las maltrechas economías familiares. “Piensa que si sube, puede ser tu ruina”. En cambio, para el IRPH, todo eran alabanzas sobre su estabilidad. Iba a permitir organizarnos mejor. “Cuando el Euribor suba, subirá menos. Y cuando baje, bajará menos”, se oía como una especie de mantra por las sucursales bancarias de media España. Pues nada, entre atemorizados y confiados (“cómo nos va a engañar Don Pepito, si me ha visto crecer”) nos lanzamos a firmar con el IRPH, que nos iba a permitir organizarnos mejor nuestra economía. Todo ello corroborado por el Ilustrísimo señor Notario, que nos cobró a 1 € la fotocopia.

Nada más lejos de la realidad. Pasaban los meses, uno llevaba al siguiente, y un año al otro. Y cada mes de agosto llegaba la revisión. Cada vez pagaba más, y mis compañeros de trabajo, con su flamante Euribor, también, pero proporcionalmente menos. ¿Pero cuando subiera, no subiría menos? Ya verán ya, pensaba yo, si sigue subiendo.

Informándome sobre el tema acudo a la sucursal. Don Pepito ya no está. Lo prejubilaron. Quizás como premio a los servicios prestados. Doña Josefa nos dice que esto es lo que hay, que está firmado. Que tengamos paciencia que hay que valorar las cosas a largo plazo.

Bueno pues baja el Euribor. Y, ostras, es cierto, baja menos. Había una parte de la frase que era cierta. Posteriormente, sube. Y sube al mismo ritmo o más rápido que el Euribor. Esto empieza a oler a chamusquina, como los precios de los carburantes.

He de reconocer que de nuevo, la sucursal tenía razón. Hay que valorar las cosas a largo plazo. Y como muestra un botón, Doña Josefa:

IRPH2

Fuente: Cinco Días

Lo que yo veo, es que cuando sube, sube igual de rápido. Y cuando baja, baja igual de rápido, pero siempre con un techo superior. Lo que sí parece ir subiendo, hasta dispararse por encima de los 2% es el diferencial… Buen negocio, Don Pepito y Doña Josefa. Buen negocio.

¿Dónde está esa mayor estabilidad? ¿Cómo se puede justificar ese diferencial, que parece moverse siempre por encima del 1%? ¿Qué pasa a finales de 2008? ¿No se esperaba una curva casi plana? Preguntas que parecían sin respuesta.

Todas las visitas a la sucursal se resolvían por la vía legal. “Es lo que usted tiene firmado”. Para que explicar las cosas. Como vea algún día a algún responsable de entidad bancaria dando lecciones sobre atención al cliente, me levanto y me voy.

En el año 2013 desapareció el IRPH. Tan ilusionado como iluso, que se asemeja pero no es lo mismo, me encaminé hacia la sucursal para preguntarle a la Doña Josefa qué pasaba con mi hipoteca. Pero ya no estaba, la habían desplazado a no sé qué sucursal. ¡Qué lástima! Pensé para mis adentros. Le había cogido cariño. No había dejado ni una nota ni nada. Qué mujer más fría…

Doña Josefina me dijo que tanto mi índice de referencia primario, el IRPH, como el sustituto, CECA, habían desaparecido. Pero tenía que estar tranquilo. Según mi hipoteca (aunque nadie me lo había dicho con anterioridad, ni el Ilustrísimo, qué iba a saber él que esto pasaría), se aplicaba el último tipo de interés que se podía calcular, esto es, mayo de 2013. Un 3,87%. Qué gran suerte. Ni tan siquiera diciembre de 2013, que era el último que se pudo calcular. El último oficial. No, mayo que es cuando me tocaba. Que gente más legal, así da gusto.

Hay una cosa cierta, por fin iba a tener estabilidad. Mi cuota, por las nubes, se iba a mantener para siempre. Esto, que de por si no es malo en un entorno inflacionista estable, donde los incrementos del valor del dinero harían que esa cuota fija fuese perdiendo valor con los años, se puede tornar en horroroso en un escenario deflacionista. Pero no, según Josefina, es genial para mí. Tanto que vengo pagando casi 300 euros más cada mes durante 2 años, casi 7.000 euros. ¿Será genial algún día? Josefina está segura que sí. De mientras, clín clín.

Le solicito a Josefina algún papel que lo explique y me dice que no, que es genial para mí. No me puede dar nada ¿Será éste el nuevo mantra? Eso parece, que guay.

Pero habita tras mi oreja una mosca desde hace años. Y cuando zumba, me parece entender que me están engañando. La principal diferencia entre 2015 y 2005 es el acceso a la información. Pese a leyes mordaza y similares, hoy en día es posible saber muchas cosas gracias a mucha gente que cuenta cosas muy interesantes. Solo había que poner IRPH en google, y se amontonaba la información. Plataformas, PAH’s, Asociaciones, algún abogado ávido de clientela… Imposible no verlo.

Así que inicié mi proceso de reclamación. Primero, visita al Banco. Ya no estaba Don Pepito, Doña Josefa, ni Josefina. Ni la oficina. La han cambiado de calle. Recorte de costes, éstos nunca pierden, me dije. Si con 4 hipotecas pagan el alquiler…

Puse una reclamación y me fui a consumo. Exijo, apoyado en lo que considero un abuso por parte de los Bancos y Cajas, que se me devuelva lo que he pagado de más. Y lo hago desde un punto de vista ético. Ahora sé mucho más que antes. Ahora sé que el propio Banco de España ha reconocido, en un gesto muy honrado, esto es, a través de un requerimiento judicial, que existían irregularidades en el cálculo del Índice. ¿No deberíamos iniciar acciones contra el Banco de España por permitir esto? Eso haría una sociedad de derecho fuerte, si las reglas del juego fueran justas. Al final, hay lo que hay y tenemos lo que nos merecemos.

Si Don Pepito y el Ilustrísimo me hubieran dicho cuando firmé mi primera, y me temo que última hipoteca que en el cálculo el indicador se calculaba con los datos que enviaban las propias entidades, sin aparente verificación por parte del organismo regulador, igual me lo habría pensado teniendo en cuenta los antecedentes de las entidades y su dudoso historial de transparencia. Si me hubieran dicho que no era una media real ponderada de todas las hipotecas, sino que cada entidad tenía el mismo peso sobre el diferencial concediera una o 20.000 hipotecas al mes, igual habría replanteado la firma de la misma. SI me hubieran explicado que una Caja podría elevar al alza el tipo de manera unilateral, como parece suceder en 2008, igual habría pedido explicaciones. Si me hubieran dicho que en el cálculo del indicador se incluían algunos (sino todos) de los costes asociados a las hipotecas, (esto es, el TAE de toda la vida) que de por si tienen diferente riesgo asociado, me hubiera puesto de pie y me hubiera ido. Si todos los contratantes tenían seguro de vida, el IRPH baja. ¿Pero esto qué es?

Pero no me lo dijeron. Ante esta evidente asimetría de información, y ya sin entrar en si se ponían de acuerdo o no para elevar el diferencial con respecto al Euribor, porque sólo hay que ver el gráfico, exijo desde aquí, actualmente desde una asociación de consumidores y seguramente desde un juzgado en un futuro próximo:

  • Aplicación del tipo de interés Euribor en la hipoteca. Con este ya ganan dinero, no me dan ninguna lástima.
  • Devolución del dinero pagado de más con respecto al tipo de interés Euribor a lo largo del ciclo de vida de la hipoteca.
  • Daños y perjuicios, en forma de coste de oportunidad de no disponer del dinero este tiempo. Esto es, aplicar el tipo de interés legal sobre la parte retenida de más.

Y doy gracias a que he ido pagando la hipoteca, lógicamente quitándome de otras cosas. A muchas familias el coste de oportunidad del IRPH ha sido un desahucio, una refinanciación y algo mucho peor, lo que ello conlleva, un calvario. El dinero se reintegra, incluso un piso, pero el sufrimiento, ese, no es retornable.

Afortunadamente, las cosas parecen estar cambiando socialmente, y algún Parlamento como el de Catalunya ha empezado a mediar en el asunto, si bien no estoy totalmente de acuerdo con algunos puntos, si es una postura oficial al respecto.

Por último, comentar que nadie responderá ante esto. Todos se irán de rositas. Don Pepito, Doña Josefa, los consejos de administración, los responsables del Banco de España, los Ministros de Economía… Lo que estamos pidiendo muchas personas es que se aplique la justicia ética, derivada de un abuso. Ya no pedimos pagar más o menos que nadie, estamos hablando de pagar lo mismo que otros. Que nadie olvide que con el Euribor, los que nunca pierden ya ganan… A mí en unos días me toca pagar 300 euros más de lo que debiera. Si hay inflación, será mi problema. Entonces ya hablaremos del tipo de interés real y otros conceptos de los que, al final, me han hecho ser experto.

Como muestra, un botón. Como se va a quedar fijo para muchos, pues lo hago subir al máximo. Porque no tiene sentido que suba si baja el precio del dinero, y por tanto, el Euribor:

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La cuadratura del círculo. Economía para entenderla. La crisis.

Estos días se recoge en los medios de comunicación con mucho énfasis que la bolsa sube. Se recupera la confianza en el mercado español. Esto es fruto de un proceso lógico de los mercados, cuando se realizan determinadas actuaciones.

Haciendo un análisis tan simple que casi parece absurdo, la crisis provocó una gran desconfianza en los mercados españoles, provocando una fuga de capitales y desinversión que derivó en una caída del empleo provocando aumento del paro y un incremento en la prima de riesgo que hacía que el acceso a la financiación por parte de las AAPP se encareciera. Salía más caro afrontar el día a día para el Estado y, por si fuera poco, había que pagar más. El peor escenario estaba sobre la mesa.

Esta espiral destructiva se llevó por delante muchos puestos de trabajo, a muchas empresas y muchos privilegios laborables. El coste para la sociedad fue y es duro. Más horas trabajadas por igual o menor salario, todo en aras de la mejora de la competitividad. Eso quien tenía trabajo… El resto, a cobrar subsidios de desempleo y sus respectivas prórrogas. Porque de nuevo empleo, nada de nada.

Como decía, hubo una mejora de la competitividad ya que las empresas tenían que afrontar una caída de la demanda interna, por lo que había que competir, dentro y fuera, contra productos manufacturados en pa

íses con costes laborales más bajos. Y por desgracia, con similar calidad percibida por el consumidor final. En Italia, por ejemplo, o Alemania, más de la mitad de los coches que encuentras por la calle son del país. Aquí ocurre lo mismo. Más de la mitad de los coches son alemanes e italianos…

Además, la marca España no tenía el tirón comercial que otras, y en un país con un fuerte peso de los servicios, sin empresas a las que prestarlos, el escenario era poco menos que apocalíptico. Cierran empresas, aumenta el paro, aumenta la presión para las arcas públicas, aumenta el coste para poder mantenerlas operativas (véase los problemas de la administración Obama con el techo de deuda). El pez que se muerde la cola.

No pain no gain, que dijo el Dr. House. Después de años de sufrimiento, de falsos brotes verdes, de adelgazamiento de administraciones, de maquillajes contables, de persecución de fraudes, etc., los mercados parece que empiezan a confiar en España.

Esto es porque hay mucho paro. Mucha demanda de trabajo, y poca oferta. Luego baja el coste laboral ya que siempre hay gente dispuesta a hacer lo que haces por menos dinero.

Esto implica un aumento de la competitividad. Producimos lo mismo pero con un menor coste. Hay más factores que explican la mejora competitiva (tipo de cambio, obtención de materias primas, mejora en la eficiencia de los medios de transporte, etc.) pero es un análisis simple como comentaba al inicio.

Aumenta la competitividad, además, de empresas ya que o bien han superado una dura crisis (son empresas fuertes, según la Ley de la Selva, ya que se han comido a las débiles) o bien son empresas de nuevo cuño adaptadas a la situación actual, que no es otra que compensar la caída de la demanda interior acudiendo a los mercados extranjeros, vendiendo fuera. Exporto más para sobrevivir, ya que soy más competitivo y puedo. Y hay más mercado fuera que dentro, más expectativa de beneficio.

Por tanto mejora la balanza comercial. Ingreso más por exportaciones, y como la demanda interna sigue comprimida, importo menos. Tengo mejores números, por lo que empiezo a atraer inversores.

Como empiezo a vender fuera, necesito más materias primas, genero puestos de trabajo secundarios, vuelvo a tener gente con poder adquisitivo. Alimento discretamente el mercado interior. Accedo al crédito y potencio el mercado financiero.

Por tanto, el inversor extranjero vuelve a mirar a España, atraído por todo lo expuesto. El país ofrece costes salariales moderadamente bajos con capital humano moderadamente formado, pero formado, y dentro del mercado común europeo. Se desencadena un atisbo de rally alcista en los mercados de valores que sirve como reclamo para atraer nuevos inversores. El modelo español como modelo. Paradojas de la vida.

Por tanto, aumenta el PIB. Fin de la recesión. Se crece. E impulsado por el sector privado, como ha de ser. Pero ojo, puede ser el inicio de una burbuja si ese crecimiento no se realiza de manera sólida.

Si se aumentan los salarios más que los precios caerá la competitividad. Por tanto, será más difícil vender fuera, lo que se compensará, hasta que se ajuste el mercado, con un aumento de la demanda interna que aumentará las importaciones. Por tanto, caerá la balanza comercial. Las empresas que se hayan creado para nutrir los mercados interiores, sin proyección exterior, irán cayendo ante la falta de mercado, lo que hará aumentar el paro. Caerá la confianza de los inversores. Se retiraran capitales. Se cerrarán más empresas. Bajará el PIB.

Caminamos sobre un fino alambre, por lo que es fácil pisar en falso. Y somos muy dados a ello.

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