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El nuevo reto de los recursos humanos ante la posible salida de la crisis.

Después de la tormenta llega la calma. Después de una tormenta de 6 años, ¿qué llega? No es posible saberlo, puesto que el impacto sobre la economía en general y sobre el mercado laboral en particular ha sido dramático. En la economía todo es nuevo. Como en el deporte, casos previos solo sirven de estadística puesto que el comportamiento humano cambia y con ello predecir comportamientos futuros es un mero ejercicio de adivinación.

La contracción económica ha supuesto, en unos casos, la pérdida del empleo y, en otros, el drástico recorte de beneficios y el endurecimiento, por tanto, de las condiciones laborales para quien conserva el puesto de trabajo o ha tenido la suerte de iniciar un nuevo empleo en este periodo.

La época de vacas gordas se esfumó. Los despilfarros en grandes comidas de empresa, coches, beneficios, conciliación laboral, pagos en especies, aumentos de sueldo se transformaron en recortes salariales, aumento de la jornada laboral, endurecimiento de los objetivos, en definitiva, la estancia en la empresa para muchos trabajadores no ha sido agradable. La presión del mercado sobre la cuenta de resultados tornó en presión sobre los directivos, que trasladaron a su vez a los mandos y empleados. Este aumento de la presión, en muchas ocasiones sin válvula de escape, ha podido dañar irremediablemente la relación empresa-empleado en muchos casos. Lo que en otras ocasiones hubiera acabado con la escisión del contrato por parte del empleado ha derivado, debido a la falta de alternativas en el mercado laboral, en un tragar y tragar por parte del trabajador que se ha visto sometido al endurecimiento de las condiciones y el trato recibido.

Es la disminución drástica de la oferta de empleo la que ha propiciado el aumento del valor del puesto de trabajo para el empleado ante la falta de oportunidades alternativas. En el sentido contrario, el empresario ha visto como todo un ejército de trabajadores de reserva depreciaba el valor del empleo hasta el punto que siempre hay alguien dispuesto a realizar tu trabajo por menos salario. Por tanto, ha podido ocurrir en general que no ha prestado la suficiente atención a las necesidades del empleado, que eran las mismas que antes de la crisis y serán las mismas durante y después de la misma.

Por otra parte, en cierto modo, este ajuste del mercado español ha permitido mejorar la competitividad de las empresas permitiendo una mayor expansión del mercado exterior y haciendo atractivo el escenario para los inversores extranjeros, que disponen de mano de obra barata dentro de la Unión Europea y con un nivel de formación y comunicaciones más que aceptable, en cualquier caso, dentro de la media.

Ahora que es posible, a tenor de las informaciones disponibles, visualizar la luz del túnel, es cuando a los empleadores se les empieza a remover la conciencia, al menos con respecto a aquellos empleados que, pese a estar dentro del saco, destacaban por encima de la media. La formación es una inversión que requiere un coste a corto plazo con la espera de que la mejora del Capital Humano redunde en un beneficio futuro para la compañía. La creación de nuevos puestos de trabajo puede suponer que trabajadores útiles para la compañía abandonen la misma en parte porque les igualen o mejoren las condiciones laborales, pero también en parte por el agravio comparativo sufrido durante este periodo dentro del saco. Si pones una manzana buena en un saco de podridas, se va a echar a perder. Es obvio.

Se puede aplicar la campana de Gauss a muchos aspectos o factores de la vida. En el ámbito laboral podríamos definir que un 15% de los empleados serían prescindibles para el empresario, un 15% generarían un valor añadido sobre el resto, y el 70% estarían en condiciones de normalidad. Por tanto, un 85% de los empleados tendrían continuidad dentro de la empresa y han sido formados para ello. En algunas empresas se ha realizado el ajuste del 15% de empleados prescindibles bajo la bandera de la crisis, por lo que podría darse el caso que el 100% de los empleados sean perfectamente válidos para desempeñar las funciones encomendadas.

El problema radica en ese 15% que genera valor añadido, y que quizás no ha sido tratado en consonancia a su aportación al conjunto de la compañía. O no ha percibido esa aportación, sintiéndose agraviado en algún caso. Recuperar esa confianza ahora que el mercado puede aportar alternativas, va a ser todo un reto para los recursos humanos en el corto y medio plazo.

Dicen que todo el mundo logra el salario que se merece a largo plazo. Si esto es así, hay tiempo para hacérselo saber al empleado mediante políticas conciliadoras donde el foco pase de iluminar el nombre de la compañía a iluminar a los que han hecho posible capear el temporal, haciéndoselo saber de manera proactiva antes de que el empleado tenga alternativas viables a continuar su carrera laboral en la competencia y en condiciones más favorables que las habidas en los últimos años ya  que son éstas las que prevalecen en la memoria reciente del colaborador.

Desde el punto de vista de la empresa, se deberían realizar toda una serie de actuaciones en el corto, medio y largo plazo para restablecer el lazo que se ha podido dañar en este tiempo. Ofrecer aumentos de sueldo por encima de la media, restituir la confianza y el sentimiento de importancia dentro de la compañía, a corto plazo; presentar planes viables de crecimiento para la compañía y el trabajador en el medio plazo y fomentar la sensación de pertenencia a la compañía haciendo del trabajador un estandarte de la misma, en el largo plazo, son los retos de los recursos humanos post-crisis.

No hay mal que 100 años dure. Haciendo un símil futbolístico, un equipo humano capaz de salvarte del descenso (quiebra) puede ser muy válido para llevarte a Europa (consolidar la posición actual y mejorar las perspectivas de futuro).

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La economía sumergida. El eterno lastre.

Leo en 324.cat: “La economía sumergida supone en Catalunya el 22% del PIB”.

Realmente, no me sorprende. 1 de cada 5 euros que se mueven en Catalunya es en negro. Y me parece poco. No es que me parezca que tengan que ser más, es que me parece que es más.

Desde bares que no registran operaciones, fontaneros sin factura, amigos en el paro que te arreglan el coche, pintores que pintan todo en negro, como si no hubiera otro color, etc.

¿Cuál es el problema? Cultural. Hasta Educacional. En este país cuando un amigo te dice que ha estafado al seguro y ha sacado 3.000€ se le aplaude y admira. Cuando te dicen que en negro sale un 20% más barato, se acepta. A la que se puede estafar, robar, evadir, se hace. Y se aplaude. “¡Bien hecho!; ¡Yo haría lo mismo!; ¡Que les den!; Etc.

En otros países con otras culturas, ni mejores ni peores, pero diferentes culturas al fin y al cabo, este tipo de hechos se denuncia. Si el fontanero te propone una factura en negro, se denuncia. Si tu primo estafa al seguro, se denuncia.

Esto se debe fomentar educando desde la base. Primero, las familias. No realizar ciertas actitudes delante de los niños. Segundo, los colegios. Y tercero, la letra con sangre entra, endureciendo sanciones. También es una forma de educar.

También se podría fomentar la denuncia primando al denunciante. Si yo denuncio que el fontanero me hace la factura en negro y lo demuestro, que se me recompense. De esta manera, muchos se replantearían realizar este tipo de actuaciones al margen de la ley.

¿Por qué no hay que hacer la vista gorda? Porque lo que no paga este tipo de gente, lo pagamos el resto. Los ciudadanos que vivimos cumpliendo con la ley debemos afrontar nuestra parte y la del fontanero, pintor, restaurador, etc. Las compañías de seguros cargan en su prima la parte que calculan como provisión por fraudes. Los supermercados cargan en sus productos la provisión por robos. El Estado carga a los contribuyentes ese 22% de mercado sumergido. Si ese 22% aflorara, el resto pagaríamos menos. No es moco de pavo pagar una cuarta parte menos de impuestos, ¿verdad? Queremos que nos suban el sueldo y una forma es pagar menos. Aquí tenemos una solución para ello.

Porque ese 22% del PIB no cotiza como IVA, como IRPF, como módulos de Seguridad Social, etc. Si esa cantidad aflorara, repercutiría en un incremento de ingresos del Estado y las Autonomías, por lo que se reduciría la presión sobre los contribuyentes al mismo tiempo que se reduciría la deuda pública, el déficit público y se podría afrontar con garantías el pago de la deuda. Mejorarían los ratios de eficiencia pública, incrementando la confianza de inversores y bajando la prima de riesgo, reduciendo más aún la presión sobre el Estado. Inversión es sinónimo de creación de empleo. Si aumenta el empleo, hay más renta disponible por las familias, menos impagos a las entidades financieras, más demanda interna, más mercado para los productos nacionales. Menos stress.

¿Cómo se podría lograr esto? Una solución más efectiva que la formación en el corto plazo sería hacer que todos los pagos fueran electrónicos. Eliminar el dinero corriente, la moneda, el billete. Hace unos años sería considerado una utopía, pero hoy en día con los medios tecnológicos actuales lo veo viable. El no tener soporte papel puede ser un inconveniente para temas de divisas, turismo, etc. Otra opción es obligar a realizar todos los pagos superiores a 50€ o 100€ en soporte electrónico. Lo electrónico deja rastro, y hacienda lo tendría más fácil.

Otra opción es investigar más. Si me lo propongo, en 8 horas encuentro 30 tíos que operan en negro, 2 que estafan y 5 que roban. Con el dinero que recaude de las sanciones impuestas, pago mi sueldo como inspector. Más inspecciones y donde se han de hacer, en la calle no en los despachos.

Puestos a investigar, investiguemos como ese empresario que no declara beneficios tiene dos casas y un coche. Como invierte una empresa en bienes de equipo si tiene pérdidas sostenidas. Ese bar que siempre está lleno y factura 100€ al día. Ese autónomo que apenas registra ingresos pero mantiene a una familia. Etc. etc. etc. Creo que no cuesta tanto.

La pregunta que se podría hacer es por qué no se investiga en profundidad. ¿Hay algún interés en que haya economía sumergida? ¿Por qué no se hacen programas educativos al respecto? Programas como el aprobado por el Gobierno para aflorar dinero negro resultó a todas luces insuficiente. Había miedo a reconocer ciertas prácticas.

Siempre hay intereses detrás de toda política. Pero eso lo analizaré en otra entrada. Como dijo Alexis de Tocqueville, “Más que las ideas, a los hombres les separan los intereses”.

Ideas hay. Intereses más.

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