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El nuevo reto de los recursos humanos ante la posible salida de la crisis.
Publicado por Manuel Martinez GxP en Sin categoría el 24 de enero de 2014
Después de la tormenta llega la calma. Después de una tormenta de 6 años, ¿qué llega? No es posible saberlo, puesto que el impacto sobre la economía en general y sobre el mercado laboral en particular ha sido dramático. En la economía todo es nuevo. Como en el deporte, casos previos solo sirven de estadística puesto que el comportamiento humano cambia y con ello predecir comportamientos futuros es un mero ejercicio de adivinación.
La contracción económica ha supuesto, en unos casos, la pérdida del empleo y, en otros, el drástico recorte de beneficios y el endurecimiento, por tanto, de las condiciones laborales para quien conserva el puesto de trabajo o ha tenido la suerte de iniciar un nuevo empleo en este periodo.
La época de vacas gordas se esfumó. Los despilfarros en grandes comidas de empresa, coches, beneficios, conciliación laboral, pagos en especies, aumentos de sueldo se transformaron en recortes salariales, aumento de la jornada laboral, endurecimiento de los objetivos, en definitiva, la estancia en la empresa para muchos trabajadores no ha sido agradable. La presión del mercado sobre la cuenta de resultados tornó en presión sobre los directivos, que trasladaron a su vez a los mandos y empleados. Este aumento de la presión, en muchas ocasiones sin válvula de escape, ha podido dañar irremediablemente la relación empresa-empleado en muchos casos. Lo que en otras ocasiones hubiera acabado con la escisión del contrato por parte del empleado ha derivado, debido a la falta de alternativas en el mercado laboral, en un tragar y tragar por parte del trabajador que se ha visto sometido al endurecimiento de las condiciones y el trato recibido.
Es la disminución drástica de la oferta de empleo la que ha propiciado el aumento del valor del puesto de trabajo para el empleado ante la falta de oportunidades alternativas. En el sentido contrario, el empresario ha visto como todo un ejército de trabajadores de reserva depreciaba el valor del empleo hasta el punto que siempre hay alguien dispuesto a realizar tu trabajo por menos salario. Por tanto, ha podido ocurrir en general que no ha prestado la suficiente atención a las necesidades del empleado, que eran las mismas que antes de la crisis y serán las mismas durante y después de la misma.
Por otra parte, en cierto modo, este ajuste del mercado español ha permitido mejorar la competitividad de las empresas permitiendo una mayor expansión del mercado exterior y haciendo atractivo el escenario para los inversores extranjeros, que disponen de mano de obra barata dentro de la Unión Europea y con un nivel de formación y comunicaciones más que aceptable, en cualquier caso, dentro de la media.
Ahora que es posible, a tenor de las informaciones disponibles, visualizar la luz del túnel, es cuando a los empleadores se les empieza a remover la conciencia, al menos con respecto a aquellos empleados que, pese a estar dentro del saco, destacaban por encima de la media. La formación es una inversión que requiere un coste a corto plazo con la espera de que la mejora del Capital Humano redunde en un beneficio futuro para la compañía. La creación de nuevos puestos de trabajo puede suponer que trabajadores útiles para la compañía abandonen la misma en parte porque les igualen o mejoren las condiciones laborales, pero también en parte por el agravio comparativo sufrido durante este periodo dentro del saco. Si pones una manzana buena en un saco de podridas, se va a echar a perder. Es obvio.
Se puede aplicar la campana de Gauss a muchos aspectos o factores de la vida. En el ámbito laboral podríamos definir que un 15% de los empleados serían prescindibles para el empresario, un 15% generarían un valor añadido sobre el resto, y el 70% estarían en condiciones de normalidad. Por tanto, un 85% de los empleados tendrían continuidad dentro de la empresa y han sido formados para ello. En algunas empresas se ha realizado el ajuste del 15% de empleados prescindibles bajo la bandera de la crisis, por lo que podría darse el caso que el 100% de los empleados sean perfectamente válidos para desempeñar las funciones encomendadas.
El problema radica en ese 15% que genera valor añadido, y que quizás no ha sido tratado en consonancia a su aportación al conjunto de la compañía. O no ha percibido esa aportación, sintiéndose agraviado en algún caso. Recuperar esa confianza ahora que el mercado puede aportar alternativas, va a ser todo un reto para los recursos humanos en el corto y medio plazo.
Dicen que todo el mundo logra el salario que se merece a largo plazo. Si esto es así, hay tiempo para hacérselo saber al empleado mediante políticas conciliadoras donde el foco pase de iluminar el nombre de la compañía a iluminar a los que han hecho posible capear el temporal, haciéndoselo saber de manera proactiva antes de que el empleado tenga alternativas viables a continuar su carrera laboral en la competencia y en condiciones más favorables que las habidas en los últimos años ya que son éstas las que prevalecen en la memoria reciente del colaborador.
Desde el punto de vista de la empresa, se deberían realizar toda una serie de actuaciones en el corto, medio y largo plazo para restablecer el lazo que se ha podido dañar en este tiempo. Ofrecer aumentos de sueldo por encima de la media, restituir la confianza y el sentimiento de importancia dentro de la compañía, a corto plazo; presentar planes viables de crecimiento para la compañía y el trabajador en el medio plazo y fomentar la sensación de pertenencia a la compañía haciendo del trabajador un estandarte de la misma, en el largo plazo, son los retos de los recursos humanos post-crisis.
No hay mal que 100 años dure. Haciendo un símil futbolístico, un equipo humano capaz de salvarte del descenso (quiebra) puede ser muy válido para llevarte a Europa (consolidar la posición actual y mejorar las perspectivas de futuro).
Henry Ford. Un genio vigente.
Publicado por Manuel Martinez GxP en Sin categoría el 19 de octubre de 2013
Henry Ford siempre me ha parecido un genio y visionario. En una época en la que los coches eran exclusivos de las clases altas, de la casta, se decidió a crear un coche que pudieran comprar sus empleados:
«Quiero producir coches que mis trabajadores puedan comprar».
Detrás de esto se esconde el hecho de que había un gran nicho de mercado por cubrir. Pero para que esa parte de la población pudiera comprar sus coches, tenía que tener dinero. Trabajo. Había que dotar a la base poblacional, poco menos que recién salida del esclavismo y la revolución industrial, de un sueldo para que pudiera comprar sus coches.
¿Qué pasa cuando no hay trabajo, no hay sueldo? Pues que no podré vender los coches. En los últimos años hemos podido observar como la economía moderna capitalista poco menos que colapsaba. Los mercados, los mismos desde que el capitalismo es capitalismo, maduraban y colapsaban. La economía, lejos de buscar una sostenibilidad, exprimía los medios naturales hasta agotarlos. La energía, el petroleo, el ozono, el agua. Todo valía.
Pero había un problema. En un mercado colapsado, había que crear nuevos mercados. Para Europa, América del Norte, Japón y Oceanía el modelo estaba agotado. Incorporar nuevos mercados en la ruleta abría nuevas opciones de juego. Por tanto, se debía potenciar la creación de nuevos mercados, pero siempre bajo el yugo capitalista. Las principales opciones, los mercados comunistas (China, Rusia), América Central y del Sud y Asia. El tema africano es más complejo, pero todo llegará.
Si hay que acabar con el comunismo, se acaba (U.R.S.S.). Si no se puede acabar con él, se capitaliza (China). La jugada China es un claro ejemplo del Fordismo. Aprovechando la excusa de la deslocalización, de la búsqueda del beneficio, la religión del Bottom Line, del «vale tudo» económico, las empresas occidentales externalizaron aquellos procesos no «core» o centrales a aquellas regiones que proporcionaban mano de obra barata. Se les da un salario poco justo y se obtiene un producto de baja calidad pero a un precio competitivo. Producto de temporada.
De esta manera, se dota a estas regiones de la capacidad de crear un tejido productivo mediante una inversión relativamente baja. Un tejido productivo, pero, no intensivamente tecnológico. Esto es, sigo teniendo el control del capital y mantengo una ventaja competitiva sobre estos países (tigres asiáticos, China, Rusia, Brasil, etc.)
Esta capacidad de estos países de producir a bajo coste, aún a perjucio de la calidad, ha supuesto en el mundo occidental la pérdida de numerosos puestos de trabajo. La crisis de los últimos años y la tasa de paro de algún país occidental no muy lejano a nosotros así lo atestiguan. Los países que más han sufrido este tema son los que tenían estructuras productivas poco intensivas tecnológicamente, ya que no han podido competir en precios contra estos mercados emergentes.
La jugada maestra, el presente y futuro, está en lo comentado por Henry Ford. Esta revolución industrial acelerada en estos mercados emergentes ha provocado, y cada vez más provocará, un estrato poblacional con capacidad adquisitiva para los productos occidentales, hasta cierto punto más intensivos en tecnología. Bmw, Siemens, Apple, Microsoft, etc. podrán empezar a recoger lo que han sembrado. Con esta jugada, esas inversiones deslocalizadas, han creado mercados con un potencial enorme. Pocas son las empresas grandes que no incluyan Asia, por ejemplo, dentro de sus principales mercados a corto y medio plazo.
La clave para occidente es aprovechar estos mercados y mantener la ventaja competitiva sobre ellos. Esto proporcionará oportunidades de negocio que crearán puestos de trabajo, de tal manera que las tasas de paro actuales simplemente serán un peaje para llegar al destino final, excelentemente planeado por las clases dirigentes.
Eso si, el que no haga bien la faena y se adapte a este entorno cambiante, perderá el tren y se quedará en una estación sin retorno. No podrá competir en costes con los mercados emergentes ni podrá repartirse el pastel que se está cocinando. En este juego de las sillas no hay plazas para todos.
El modelo económico creo que aún no está agotado. De todas formas, hagamos caso a Henry Ford. Un reparto más equitativo de la riqueza ocasionaría un mercado más potente ya que habría más gente con acceso a los bienes que se producen. La avaricia de algunos puede hacer que acumulen tanta riqueza que no tengan a quién vender sus productos. Esperemos que la economía se racionalice, porque de nada servirá ser muy rico si no podrás disfrutar de ello. A más gente con poder adquisitivo, más oportunidades de venta de productos y menos descontento general. Al final de todo, es lo que quiere la casta dirigente, seguir dirigiendo. Pues que se apliquen el modelo Ford también internamente. Quizás detrás de la entrada de capital en España haya algo de esto. Un 30% de la población sin trabajo, pensando, es peligroso.
Señor Ford, que razón tenía. «El verdadero progreso es el que pone la tecnología al alcance de todos»
La cuadratura del círculo. Economía para entenderla. La crisis.
Publicado por Manuel Martinez GxP en Sin categoría el 16 de octubre de 2013
Estos días se recoge en los medios de comunicación con mucho énfasis que la bolsa sube. Se recupera la confianza en el mercado español. Esto es fruto de un proceso lógico de los mercados, cuando se realizan determinadas actuaciones.
Haciendo un análisis tan simple que casi parece absurdo, la crisis provocó una gran desconfianza en los mercados españoles, provocando una fuga de capitales y desinversión que derivó en una caída del empleo provocando aumento del paro y un incremento en la prima de riesgo que hacía que el acceso a la financiación por parte de las AAPP se encareciera. Salía más caro afrontar el día a día para el Estado y, por si fuera poco, había que pagar más. El peor escenario estaba sobre la mesa.
Esta espiral destructiva se llevó por delante muchos puestos de trabajo, a muchas empresas y muchos privilegios laborables. El coste para la sociedad fue y es duro. Más horas trabajadas por igual o menor salario, todo en aras de la mejora de la competitividad. Eso quien tenía trabajo… El resto, a cobrar subsidios de desempleo y sus respectivas prórrogas. Porque de nuevo empleo, nada de nada.
Como decía, hubo una mejora de la competitividad ya que las empresas tenían que afrontar una caída de la demanda interna, por lo que había que competir, dentro y fuera, contra productos manufacturados en pa
íses con costes laborales más bajos. Y por desgracia, con similar calidad percibida por el consumidor final. En Italia, por ejemplo, o Alemania, más de la mitad de los coches que encuentras por la calle son del país. Aquí ocurre lo mismo. Más de la mitad de los coches son alemanes e italianos…
Además, la marca España no tenía el tirón comercial que otras, y en un país con un fuerte peso de los servicios, sin empresas a las que prestarlos, el escenario era poco menos que apocalíptico. Cierran empresas, aumenta el paro, aumenta la presión para las arcas públicas, aumenta el coste para poder mantenerlas operativas (véase los problemas de la administración Obama con el techo de deuda). El pez que se muerde la cola.
No pain no gain, que dijo el Dr. House. Después de años de sufrimiento, de falsos brotes verdes, de adelgazamiento de administraciones, de maquillajes contables, de persecución de fraudes, etc., los mercados parece que empiezan a confiar en España.
Esto es porque hay mucho paro. Mucha demanda de trabajo, y poca oferta. Luego baja el coste laboral ya que siempre hay gente dispuesta a hacer lo que haces por menos dinero.
Esto implica un aumento de la competitividad. Producimos lo mismo pero con un menor coste. Hay más factores que explican la mejora competitiva (tipo de cambio, obtención de materias primas, mejora en la eficiencia de los medios de transporte, etc.) pero es un análisis simple como comentaba al inicio.
Aumenta la competitividad, además, de empresas ya que o bien han superado una dura crisis (son empresas fuertes, según la Ley de la Selva, ya que se han comido a las débiles) o bien son empresas de nuevo cuño adaptadas a la situación actual, que no es otra que compensar la caída de la demanda interior acudiendo a los mercados extranjeros, vendiendo fuera. Exporto más para sobrevivir, ya que soy más competitivo y puedo. Y hay más mercado fuera que dentro, más expectativa de beneficio.
Por tanto mejora la balanza comercial. Ingreso más por exportaciones, y como la demanda interna sigue comprimida, importo menos. Tengo mejores números, por lo que empiezo a atraer inversores.
Como empiezo a vender fuera, necesito más materias primas, genero puestos de trabajo secundarios, vuelvo a tener gente con poder adquisitivo. Alimento discretamente el mercado interior. Accedo al crédito y potencio el mercado financiero.
Por tanto, el inversor extranjero vuelve a mirar a España, atraído por todo lo expuesto. El país ofrece costes salariales moderadamente bajos con capital humano moderadamente formado, pero formado, y dentro del mercado común europeo. Se desencadena un atisbo de rally alcista en los mercados de valores que sirve como reclamo para atraer nuevos inversores. El modelo español como modelo. Paradojas de la vida.
Por tanto, aumenta el PIB. Fin de la recesión. Se crece. E impulsado por el sector privado, como ha de ser. Pero ojo, puede ser el inicio de una burbuja si ese crecimiento no se realiza de manera sólida.
Si se aumentan los salarios más que los precios caerá la competitividad. Por tanto, será más difícil vender fuera, lo que se compensará, hasta que se ajuste el mercado, con un aumento de la demanda interna que aumentará las importaciones. Por tanto, caerá la balanza comercial. Las empresas que se hayan creado para nutrir los mercados interiores, sin proyección exterior, irán cayendo ante la falta de mercado, lo que hará aumentar el paro. Caerá la confianza de los inversores. Se retiraran capitales. Se cerrarán más empresas. Bajará el PIB.
Caminamos sobre un fino alambre, por lo que es fácil pisar en falso. Y somos muy dados a ello.
La fractura social. Sofá, Carrefour y viceversa.
Publicado por Manuel Martinez GxP en Sin categoría el 13 de octubre de 2013
«Procuremos más ser padres de nuestro porvenir que hijos de nuestro pasado».
Miguel de Unamuno, hace algo más de un siglo, nos advertía que el futuro hay que labrarlo en el presente y que no se puede vivir del pasado. El tiempo es lineal, esto implica que avanza inexorablemente y no va a dar una tregua. No se puede deshacer una acción, cuan error en Microsoft Word.
Por tanto, cada actuación en el presente tendrá una consecuencia en el futuro. Es el llamado «efecto mariposa». Esto en al economía es más que evidente, en forma de burbujas, crisis, recuperaciones económicas, paro, etc.
La economía es el motor de un país. Un país rico lo es si económicamente está bien posicionado. Pero se puede ser rico en muchos otros aspectos. Esos otros tipos de riqueza, si hay una buena gestión por parte de la masa dirigente, desembocarán en un país económicamente fuerte y con una economía sólida.
¿Qué factores pueden hacer que un país sea rico no económicamente hablando? Por un lado está la riqueza en bienes naturales. Materías primas. Países de Oriente Medio han podido convertirse en auténticas potencias económicas gracias al petróleo. Países africanos poseen minas de diamantes, etc. Otra cosa es la gestión de la clase dirigente, como comentaba, de esta riqueza natural. Y el reparto de la misma.
Otra fuente de riqueza puede ser el clima. Los países mediterráneos, con un clima benévolo y suave, pueden explotar la producción agrícola, ganadera, etc. En añadido, el turismo será una buena fuente de generación directa de ingresos, e indirecta mediante los servicios asociados. Esto es extensible a países caribeños, países con zonas turísticas potentes como Tailandia, India, China, etc.
Si bien hay más factores de crecimiento intrínsecos a un país/zona/región, el indudable motor para la explotación de los mismos es el capital humano. El principal motor de una familia/empresa/sector/región/país es la gente. Si por ejemplo una empresa de 10 trabajadores considera que no debe realizar nuevas contrataciones, la única manera de adaptarse al mercado y crecer será mediante la formación continuada de estos 10 trabajadores. Si se encierran en la empresa y no miran afuera, al mercado, no aprenden idiomas y nuevas técnicas de trabajo están condenados a desaparecer, a no ser que tengan un producto tan bueno que mantenga el estatus por si solo.
Esto es plenamente exportable a un país. El hecho de conocer mercados internos y especialmente externos, de disponer de una mano de obra preparada y formada, con ganas de trabajar, de disponer de una clase política y dirigente activa motivadora de la clase trabajadora, de unos sindicatos fuertes que promuevan y alienten el trabajo… en definitiva de remar todos en la misma dirección, se antoja clave para prepararse para el futuro. Ese tiempo que se echa encima del que está sentado en el sofá viendo tarde tras tarde mujeres, hombres y viceversa. Aunque dudo que las mujeres y los hombres de verdad acudan a un programa de ese tipo.
Por tanto, hay que ganar la batalla al tiempo. Al futuro. Actualmente estamos viviendo una época de fractura social. Nos encaminamos a un escenario en el que la mitad de la población dispondrá de una formación y un trabajo, cualificado o no, pero seguramente técnico. Con un salario mayor o menor, y seguramente viviendo en zonas determinadas. Y el resto de la población, debido a factores tales como la formación, factores culturales, económicos, políticos, pasará los días del sofá al Carrefour y viceversa. Malviviendo con un salario aportado por la mitad de la población que trabaja y viviendo aislado de la misma. Y seguramente realizando, a cambio de este salario-pensión-retribución una serie de tareas sociales que no podrá realizar la parte de gente que trabajará remuneradamente (servicios sociales, limpieza de calles y bosques, etc.)
El tiempo es inexorable, pero manda señales. Quiero creer que la clase política, el lobby dirigente, no quiere una sociedad dividida en la cual la mitad gobernante disponga de mano de obra barata para ejecutar sus políticas. Este tipo de escenarios solo pueden acabar con gobiernos fuertes y/o revoluciones sociales. Y mientras la población de base tenga una vivienda, un mando a distancia, internet en el móvil y un coche molón, ya les estará bien. Sin revoluciones sociales, el dictatorialismo está al caer. Y con unas pensiones o subsidios por desempleo muy próximos al salario base, no se fomenta el trabajo.
Avisados estamos. Un hoy vale por dos mañanas, según Benjamín Franklin. Estamos a tiempo de cambiar el futuro. Quitad la pila al mando. Levantad del sofá.
La economía que viene
Publicado por Manuel Martinez GxP en Sin categoría el 12 de septiembre de 2013
Hoy se han publicado varios datos de interés económico. Por un lado, la creación neta de empleo no se va a observar en la economía española hasta mediados de 2014. Desde principios de 2013 se viene observando un descenso del número de parados (sin entrar en posibles trucos «contables» por parte del Gobierno). Es un buen dato si se confirma, que unido a que en España es el sector privado el que, por fin, está tirando de la economía, hace pensar en un futuro algo mejor después de 5 años de crisis. Con cautela, pero con optimismo. El hecho del interés de inversores extranjeros en la banca española puede ser un ejemplo claro.
Mantener estables o en descenso los niveles de deuda pública unido a un esperado aumento del PIB podrían hacer que, por fin, y atraídos por unos costes salariales a la baja que aumenten la competitividad exterior, los inversores extranjeros se decidieran a invertir en España tras años de retirada neta de capital. Hay que ser cautos porque es como decidirse a plantar tomates en un desierto, pero si hay agua y se riegan, crecen. El aumento de las exportaciones, en parte obligado debido a la contracción de la demanda interna, es otro buen síntoma de recuperación. No hay que olvidar que el mercado exterior es, por cuestiones geográficas y demográficas, infinitamente mayor al interno, y que la base del éxito, a falta de un producto «made in Spain» que se pueda vender por sí mismo, es el aumento de la competitividad, bien sea por vía diferenciación de producto, vía segmentación del mismo, vía ofreciendo precios bajos, etc.
La inversión en I+D+i se me antoja de vital importancia para la entrada en mercados con alto valor añadido y la creación de bienes materiales que diversifiquen el tejido industrial productivo de España. En fútbol, baloncesto, natación, ciclismo, automovilismo, atletismo, etc. la selección española suele ser competitiva a nivel internacional formando combinados de primer orden. Esto es por la formación de base en materia deportiva. Los padres apuntan a sus hijos antes a un equipo de fútbol que a mejorar la capacidad intelectual, vía idiomas, cursos de refuerzo, etc. Si extrapolamos este hecho al tejido productivo, es fácil pensar en 5 empresas francesas, inglesas, italianas, norteamericanas o alemanas, que produzcan bienes materiales tangibles y tengan un gran tamaño. En cambio, si pensamos en 5 empresas españolas de gran tamaño internacional que produzcan bienes materiales con capital nacional, cuesta hacer una selección competitiva. Perdemos por goleada. Telefónica, Santander, BBVA, todas grandes empresas internacionales, son empresas de servicios. La diversificación del tejido productivo unido al aumento de la competitividad exterior provocará la aparición de Pymes que crecerán en tamaño y peso internacional, atrayendo capital inversor extranjero y creando puestos de empleo internos que eviten fuga de capital humano cualificado al extranjero e, incluso, atraigan de nuevo a dicho perfil capacitado, cuan regreso del hijo pródigo. Y todo ello provoca mayor confianza exterior, mayor inversión extranjera, etc. La rueda de la economía cambia la dirección de giro.
La formación, como hemos comentado en el símil deportivo, es clave para el futuro de un país. Cuanto más capacitada esté la población en edad productiva para desempeñar tareas, más rica y versátil será la economía de dicho país. Si en una casa los 4 miembros de una familia en edad de trabajar tienen un mayor grado de formación, conocimiento de idiomas y predisposición al trabajo están en una mejor posición competitiva que otra familia de 4 miembros sin formar, sin conocimiento de idiomas, etc. Evitar un futuro basado en la construcción, el textil, la agricultura, tareas todas ellas respetables pero con bajo valor añadido, solo es posible desde la formación y la promoción de las oportunidades y la posibilidad de creación de empresas facilitando el acceso al crédito y reduciendo la carga fiscal a los emprendedores. Producir para los chinos puede ser una realidad, pero produzcamos valor añadido, que tiene mayor rendimiento por hora de trabajo y es en beneficio de la sociedad y la economía.
La reducción de los impuestos, una vez se logren, si se logran, los requisitos impuestos por Bruselas, puede ser clave para aumentar la renta disponible de la población que dinamizara la demanda interna. La población también se merece un premio al esfuerzo realizado, que la crisis la paga el pueblo, no los diputados en sus cómodos escaños. Una reducción del tramo fiscal, por ejemplo del IRPF, podría provocar un aumento del consumo que deriva en un aumento de los ingresos del estado vía IVA. El estado no perdería tanto, ya que recupera por otra vía, y los ciudadanos podrían vivir con más desahogo, incrementándose además la demanda interna, con lo cual el Estado recibiría en añadido ingresos vía Impuesto de Sociedades (beneficio para Estado, ciudadanos y empresas).
Se ha publicado que el Estado pretende congelar los sueldos de los funcionarios para 2014, lo cual sumará una nueva pérdida de poder adquisitivo (ya que los precios, pese a estar en caída relativa, siguen subiendo). El Estado, a su manera, busca incrementar su competitividad. Igual tendrían que ir pensando en aumentar el rendimiento por hora, y no bajar el coste por hora. Como siempre, ambos conceptos están generalizados y hay casos particulares, pero se debería poder llegar al estudio individual de cada uno de ellos, como en todas las empresas privadas. Ese sería un buen objetivo para la Administración Pública.
Hay que seguir remando puesto que la mayoría de estas políticas son a medio-largo plazo y el escenario, aunque parece que mejora, es de plena crisis. Es más desalentador tras un mal periodo un tropezón que alentador es un pequeño avance, y ninguno de ellos es definitivo. Se puede llegar a crecer, pero es que los indicadores están a mínimos históricos. Puede bajar el paro, pero es que estaba a máximos históricos. Que nadie nos engañe, que la visión de elecciones generales nubla muchos ojos. La realidad es que Francia reduce sus expectativas de crecimiento para 2014 al 0,9%, Alemania ve como aumenta la presión sobre su acceso al crédito, Reino Unido privatiza su Servicio Postal (Royal Mail)… A río revuelto…